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martes, 31 de mayo de 2011

Piedad Orotava

Queremos dedicar esta página a Piedad (nombre ficticio) menor de 9 años en la actualidad a la que le han sesgado la vida privándola de todos sus derechos, obviando el “bien superior del menor” proclamados en la Declaración Universal de los Derechos del Niño de Naciones Unidas entre otros.

Debemos hacer hincapié en la vulneración y el daño causado a esta menor que desde su nacimiento se ha visto abocada a la desdicha, habiendo conocido la tranquilidad, gozando de un hogar en el que se integró y fue “NIÑA” tal y como es su derecho, Piedad fue arrancada de su familia Pre-Adoptiva para ser entregada a su madre biológica que, después la remitió de nuevo al centro de acogida sin dejar lugar a dudas de que su hija le importaba muy poco.

Nos encontramos pues ante un abandono llamémosle “biológico” y otro institucional, debido a que existiendo un vínculo indefinido entre la niña y la madre biológica, Piedad esta condenada a permanecer en el centro de acogida hasta que cumpla la mayoría de edad.

Toda la información compilada en esta sección ha sido recogida de Prodeni, el caso se expone con autorización expresa de Soledad Perera, mujer que, ha ejercido de madre y sigue luchando y atemorizada por el estado anímico en el que se encuentra su niña y con la esperanza de que se haga justicia ante tal magnitud de incongruencias que están incidiendo en el estado psicológico de una niña, victima de una mujer inconsciente. Su madre biológica.

Les ofrecemos la lectura del caso de la “niña Piedad de la Orotava” con todas sus deficiencias, con toda su inhumanidad, con toda su cruda realidad.

APUNTES, EL BLOG DE ANGEL TRISTAN

22/03/2007

La historia de la ‘solución salomónica’ es bien conocida. El sabio rey Salomón tenía que dilucidar un pleito entre dos supuestas madres que se disputaban a un niño. El monarca, ejerciendo la justicia, ordenó que se cortara al niño con una espada y se diera la mitad a cada una de las mujeres. Al oír esto, una grita aterrada y pide que le den el niño a la otra. Ese grito de angustia hizo ver con claridad a Salomón: la verdadera madre era la que pedía que no mataran a la criatura. La Audiencia Provincial de Las Palmas ha dictado una solución salomónica ‘cautelar’: la niña ‘Piedad’ - nombre supuesto, para preservar la intimidad de la pequeña- fue abandonada por su madre cuando tenía siete meses.

Durante tres años vivió en un orfanato - que ahora se llaman ‘centros de acogida’, igual que los ciegos son invidentes y los cojos minusválidos físicos- hasta que fue dada en acogida a un matrimonio tinerfeño, que la ha cuidado con amor de padres, que la ha mimado, que le ha dado un hogar… Precisamente cuando Piedad rehacía su vida, a pesar de padecer aún terrores nocturnos, la madre que la parió la reclama.  Dice que ya han desaparecido las condiciones que había cuando se desprendió de la niña, y una jueza acepta la petición, falla a favor de esta mujer y reclama a los padres adoptivos que devuelvan a la cría, convertida así en un objeto.

En el primer acto, primó el interés de la niña: se dio en acogida, paso previo a la adopción formal. Vivió en un hogar feliz. Tenía por delante una vida impensable en el arroyo, un futuro prometedor, fuera de la marginación y la miseria. El segundo acto la convierte en personaje secundario, no principal: lo principal pasa a ser la supuesta redención de la madre biológica y su interés. En medio, Piedad, con cinco añitos, que no quiere salir de su casa, de la única casa que ha conocido. Entablado el pleito entre las dos madres, Salomón, en forma de Audiencia Provincial, dictamina que la niña ha de volver provisionalmente al orfanato, eso sí, arbitrando los medios para que sufra el mínimo impacto psicológico, lo cual parece altamente improbable, a no ser que se la mantenga anestesiada. Los jueces se han mostrado equidistantes, antes de entrar en el fondo del asunto: Ni para la madre biológica, ni para la madre de acogida, al orfanato. Al almacén de niños abandonados. Al túnel del tiempo donde la ilusión se va marchitando cada día que pasa sin que aparezca el hada madrina con unos padres que los saquen del purgatorio. En ese contenedor de ilusiones rotas vivió sus primeros años Piedad, hasta que la rescató una pareja que cumplió su compromiso moral: la acogió, la atendió, la cuidó, le dio estudios, la consoló durante las pesadillas, le garantizó un porvenir, le despertó la esperanza que nunca tuvo. Si es verdad que ‘razones tiene el corazón que la propia razón no entiende’ también es cierto que a la Ley se la representa como una señora con una venda tapándole los ojos y en la mano sosteniendo una balanza.

¿Se protege con esta medida el superior interés de la menor?, ¿es lo mejor para ella volver al orfanato?, ¿es más conveniente cortar por lo sano la ilusión, alejarla del cariño, ponerla en condiciones de acabar como acaba el 99 por ciento de los niños ‘acogidos’ por el Gobierno? En la vida hay decisiones irreversibles. Bush, Blair y Aznar decidieron lanzar una guerra preventiva en Irak, y nadie devuelve la vida a casi setecientos mil muertos innecesarios ni es ya posible volver al equilibrio en esa zona convertida en polvorín.

La madre biológica de Piedad tuvo su oportunidad y la desaprovechó: dio a luz, y eso es prácticamente lo único que hizo como madre. A los siete meses abandonó a la pequeña, que a los tres años fue entregada por el Gobierno a sus otros padres. Si el derecho que prevalece es el de la niña... ¿Alguien puede sostener en serio que devolverla a la mujer que la tuvo o hacerla volver a un orfanato es lo mejor para ella? ¿o se pretende con eso que una de las dos mujeres renuncie y la providencia resuelva lo que no ha resuelto la justicia ni el sentido común? Solo que en este caso hay aspectos que no se dieron en el juicio de Salomón la madre adoptiva tiene claro que tan malo es para su pequeña volver con su madre natural como regresar a una nada que la aterroriza precisamente por la falta de cariño y de seguridad.

Así se escribe una historia que tendrá secuelas. Quede en la agenda de la Redacción el encargo de entrevistar a Piedad dentro de diez años.

· Autor :Ángel Tristán Pimienta

Fuente: http://www.aecles.org/

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